Profesores inquietos
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¿Por qué en nuestra profesión docente
hay tan pocos profesores inquietos? Cuando digo inquietos, hablo de
sentir ganas de hacer cambios en el aula, de tener ilusión por nuestro
trabajo, de poner todos lo recursos para que nuestro alumnado diverso
aprenda cada vez más y mejor.
Empezar primero con un bastón, dando los
primeros pasos vacilantes, seguir con pasos más firmes, y continuar
corriendo. Siempre, por supuesto, teniendo claro a qué meta queremos
llegar junto a nuestros aprendices, y controlando, de principio a fin,
el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Ya no valen argumentos de que no hay
materiales, de que no sabemos trabajar con las TIC. Estos argumentos
solo ocultan las pocas ganas de salir de la rutina en la que estamos
inmersos, y de un uso excesivo del libro de texto, muchas veces poco
objetivo y obsoleto.
Los profesores y profesoras hemos tenido
a nuestro alcance, año tras año, cursos de formación y, en la Red,
docentes de diferentes Comunidades Autónomas, están dejando un magnífico
trabajo en pro de la innovación, de la alegría y el orgullo de ser
maestros y profesores. Igualmente, desde los departamentos de Educación
de diferentes Comunidades, se han creado plataformas con diferentes
ideas, herramientas, y recursos en pro del cambio.
Como asesora voy más allá. He llegado a
ofrecer a determinados profesores un proyecto totalmente organizado e,
incluso, les he creado a estos docentes los cuadernos virtuales para que
su alumnado vaya dejando en ellos las producciones elaboradas a través
del proyecto y, en el último momento, me han dejado tirada sin darme
ninguna explicación. Desgraciadamente, lo que estoy contando, es un caso
real que nos tiene que llevar a una reflexión más profunda. A mí no me
importan las horas que he perdido trabajando, pero si me importan los
alumnos.
Ya habéis advertido que, la finalidad de
este escrito, es gritar a pleno pulmón que nuestros alumnos y alumnas
esperan algo más de nosotros, aunque no lo digan y, además se lo
merecen.
Ahora estoy hablando como profesora
porque también lo soy. Tengo el inmenso placer de entrar en las que los
docentes decimos “aulas difíciles” y que nos llevan al llanto y a la
queja continua. No digo que sea fácil. Para mi es una reto diario y al,
final, en todos los grupos y casos, funciona.
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